Espectros de 1948. Osorio Lizarazo, Gaitán y el 9 de abril, de Sergio Ramírez Lamus
ISBN: 958-44-1338-3
Año de publicación: 2007
Formato: 21.5 x 12.5 cm., pp. 207
A partir de la lectura de dos textos de Osorio Lizarazo (1900-1964) –uno de orden
documental-biográfico, otro narrativo−, se procedió a establecer fractales (fragmentos recurrentes, reiterados pero irregulares) alusivos a las posiciones altas y bajas dentro de la estratificación colombiana según dichos textos. De esta forma se siguió la pista a las animosidades suscitadas por el estatus social, cuestión señalada en la sociología de Norbert Elias acerca de las emociones como un tabú contemporáneo. La ponderación de lo anterior en Lizarazo sugiere que la hipótesis eliasiana no se cumple en su caso, dadas sus evidentes expresiones desinhibidas, satíricas e insolentes. No obstante, de acuerdo a la dualidad señalada por Peter Sloterdijk, Osorio no es completamente insolente y “quínico” sino también cínico, cómplice de las posiciones socialmente dignas: habría deseado la respetabilidad para sus pícaros y truhanes abandonados por la sociedad (v.gr. en su ficción alrededor del 9 de abril); según lo sugieren otros textos de Osorio también examinados, cierta veta fascista-populista vincula a este autor a la anarquía del poder. Algo que, como lo sugiere Giorgio Agamben, no debe extrañarnos, siempre que atendamos a la homología entre el “homo sacer” del antiguo derecho romano y el soberano biopolítico, aquel cuya mutación contempla Michel Foucault –de exclusivo dador de muerte a garante de la vida−. Un estar fuera, frente o abandonado de la ley vincula al “homo sacer” con el soberano. Así, el magnicida Roa Sierra no es sacrificado: es liquidado mediante un menos-que-homicidio, homólogo al más-que homicidio por él cometido.
Debido a lo anterior, tanto Jorge Eliécer Gaitán como la chusma imantada por su oratoria se sitúan en el no-estatus y el deshonor. Matar a Gaitán es como decapitar a la chusma. El interés de este momento caótico radica en sus resonancias con la muerte del soberano. El luto y la fiesta públicos a que lo anterior da lugar encuentran algún eco el 9 de abril y quizás dan a entender por qué Osorio reclama un protagonismo del odio y de la sangre como el del terror revolucionario de 1789, virtual sine qua non del presunto papel histórico de los humillados.
Sergio Ramírez-Lamus, ensayista con formación en antropología, investigación en comunicación de masas y teoría del cine; esta transdisciplinariedad, determinante en su trabajo docente e investigativo, desemboca en una última etapa de escritura-montaje apoyada en la prensa escrita colombiana (véase, entre otros, su contribución a Simulaciones políticas y consumo de masas en Colombia, Universidad del Valle, Cali, 1988; su libro Anatomía del estatus, Universidad del Valle, Cali, 2000; o el informe inédito Nación semanaria y sofoco académico).
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